Enero de 1979 y la cadena CBS estrenaba “The Dukes of Hazzard”, serie de televisión transmitida durante 7 temporadas, que transcurría en el imaginario condado de Hazzard, lugar donde se ubicaba la granja familiar de los Dukes, hogar del Tío Jesse (Denver Pyle), de sus sobrinos Bo (John Schneider), Luke (Tom Wopat) y Daisy (Catherine Bach)….. y, por supuesto, de su máxima estrella, un Dodge Charger de 1969. A ellos, se unirán en la 5ta temporada, los primos Vance y Coy Dukes.



El Charger, apodado como “General Lee”, y nombrado como “El General”, era conducido por Bo y Luke, terminando muchas veces involucrado en persecuciones policiales, evadiendo el control del corrupto comisario del condado Boss Hogg (Sorrell Booke), el torpe Sheriff Rosco P. Coltrane (James Best), y del ingenuo Enos Strate (Sonny Shroyer), siempre caracterizadas por múltiples choques, volcamientos y, especialmente de saltos, un sello característico de la serie, donde “El General”, termina siempre victorioso y rara vez dañado.



Eso en la teoría, en la ficción, porque en sus 147 episodios, participaron 317 unidades Charger, la mayoría totalmente destruidos y de los cuales sólo habrían “sobrevivido” no más de 18 ejemplares. El responsable mecánico de cada unidad fue Tom Sarmento, quien hasta hoy organiza eventos bajo el nombre de “Duke Fest”, en el Sureste de Estados Unidos.

Sarmento señaló en una entrevista “”Para cada show se necesitaban al menos seis Chargers, ocho autos de policía, dos camionetas Ford F100 (Tío Jesse), dos Jeep CJ-7 (Daisy), dos Cadillac Coupé de Ville (Boss Hogg) y al menos otros seis vehículos para ambas unidades de producción”



Él y su equipo de mecánicos trabajaron arduamente para poner a disposición de los dos equipos de producción todas las unidades solicitadas. La primera de ellas trabajaba con los actores principales, en escenarios específicos; la segunda, en tanto, era la responsable de grabar al vehículo circulando en locaciones, efectuar pequeños saltos, hasta ejecutar los inolvidables despegues desde ramplas especialmente acondicionadas.

Los pilotos John Cade y Corey Eubanks realizaron el 40% de todos los saltos, los que en pantalla totalizaron 150, y que fueron apoyados por Henry Kengi y Al Wyatt, este último alcanzando el récord del salto más largo, con una distancia de 72 M, mientras que Cade y Eubanks lograron la mayor cantidad de “tiempo en el aire”.



Si al inicio no había inconvenientes en adquirir las unidades, para el término de la serie, en 1985, la situación era mas que compleja; de ahí que se incluyeran versiones 1968, perfectamente adaptadas para aparentar ser el modelo original.

Los modelos eran especialmente reacondicionados para ser utilizados en los diferentes capítulos, incorporando partes y piezas de las unidades destruidas e incluyendo, por ejemplo, bolsas de arena y piezas de hormigón, de entre 200 y 450 Kg, para evitar que se desestabilizara en los saltos, además de mejorar la suspensión delantera, disminuyendo los efectos del golpe con la rampla y terminara afectando la velocidad y distancia del mismo.



La mayor cantidad de saltos, grabados en un único día, ocurrió en febrero de 1983, con nueve Chargers  “volando por los aires”. Si bien lo común era realizar uno a dos saltos por semana, la decisión fue tomada por el director de la Segunda Unidad, Gary Baxley, quien ante la amenaza del productor ejecutivo, de utilizar sólo material de archivo, se anticipa y procura grabar la mayor cantidad de tomas posibles.



Los expertos pilotos disfrutaban el vuelo, pero odiaban los aterrizajes, los que más allá de las múltiples medidas de seguridad incorporadas, terminaban completamente volcados, con los amortiguadores reventados, totalmente triturados con el impacto y sin tener la certeza de conseguir un aterrizaje suave o extremadamente violento.



Avanzada la serie, la escasez de unidades mencionada y los riesgos de producción hicieron que la serie optara por repetir tomas y utilizar miniaturas controladas por radio, decisión ampliamente criticada por los mismos pilotos.

El General Lee, se transformaba en un diseño a seguir por los propietarios de los Charger de segunda generación, vendido entre los años 1968 y 1970, en carrocería Coupé tipo Fastback.



La bandera confederada en el techo, la leyenda “General Lee” sobre cada puerta, las que eran soldadas derivadas del supuesto pasado como modelo de competición, al estilo de los modelos NASCAR, con el número 1 en el centro, más el tono naranja de su carrocería se volverían cada vez más común, aunque no menos vistosos.

Curiosamente, este color, el Naranja Flame Red nunca estuvo disponible en la marca Dodge, el que derivaba del catálogo de opciones del Chevrolet Corvette.



Ahora bien, respecto de motorizaciones, se utilizaron indistintamente los V8 5.2L 318 de 230 HP y 6.3L V8 383 de 290 HP, la primera para las tomas de salto, dado su menor peso, mientras que el segundo era el elegido para los primeros planos.

Excepcionalmente, se utilizaron unidades V8 6.2L 440 Magnum; esto a pesar de que la mayoría del público pensaba que era el más utilizado, idea descartada desde el inicio, por su elevado costo.



Destacar que cancelada la serie, tal como señalamos al inicio, un total de 18 unidades “sobrevivieron” a la producción, las que fueron rematadas sólo el año 1990, todas ellas hoy de altísimo valor.

En 2008, uno de sus protagonista, el actor John Schneider remató una de sus unidades en USD$230.000, mientras que el primer Charger utilizado en la serie, seriamente dañado y descubierto en un depósito de chatarra, se remató en 2012 por USD$110.000. Finalmente, destacar que para la película de 2005, se utilizaron un total de 24 unidades, reviviendo la pasión por el ya icónico modelo.



Galería Dodge Charger 1969: El General Lee


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